"Los analistas políticos advierten del inicio de un nuevo
ciclo de rebeliones sociales que habría comenzado en
2009 en reacción al colapso de los mercados financieros, el
aumento de la deuda pública y las políticas de austeridad. La
derecha, compuesta por un no siempre reconciliable enjambre
de managers, tecnócratas, capitalistas financieros opulentos
y monoteístas más o menos desposeídos, oscila entre
una lógica futurista que empuja a la máquina bursátil hacia
el plusvalor y el repliegue represor hacia el cuerpo social
que reafirma la frontera y la filiación familiar como enclaves
de soberanía. En la izquierda neocomunista (véase Slavoj
Žižek, Alain Badiou y compañía) se habla del resurgimiento
de la política emancipatoria a escala global, de Wall Street
al Cairo pasando por Atenas y Madrid, pero se anuncia, con
pesimismo, la incapacidad de los movimientos actuales de
traducir una pluralidad de demandas en una única lucha
antagonista. Žižek retoma la frase de William Butler Yeats
para resumir su arrogante diagnóstico de la situación: «Los
mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores
están llenos de apasionada intensidad».
Los gurús de izquierda de la vieja Europa colonial se
obstinan en querer explicar a los activistas de los movimientos
Occupy, del 15m, a las transfeministas del movimiento
tullido-trans-puto-marico-bollero-intersex y postporn que no
podemos hacer la revolución porque no tenemos una ideología.
Dicen «una ideología» como mi madre decía «un marido».
No necesitamos ni ideología ni marido. Los transfeministas
no necesitamos un marido porque no somos mujeres.
Tampoco necesitamos ideología porque no somos un pueblo.
Ni comunismo ni liberalismo. Ni la cantinela católico-musulmano-judía.
Nosotros hablamos otra lenguas.
Ellos dicen representación. Nosotros decimos experimentación.
Dicen identidad. Decimos multitud. Dicen lengua
nacional. Decimos traducción multicódigo. Dicen domesticar
la periferia. Decimos mestizar el centro. Dicen deuda.
Decimos cooperación sexual e interdependencia somática.
Dicen desahucio. Decimos habitemos lo común. Dicen capital
humano. Decimos alianza multiespecies. Dicen diagnóstico
clínico. Decimos capacitación colectiva. Dicen disforia,
trastorno, síndrome, incongruencia, deficiencia, minusvalía.
Decimos disidencia corporal. Un tecnochamán de la Pocha
Nostra vale más que un psiconegociante neolacanicano y
un fisting contrasexual de Post-Op es mejor que una vaginoplastia
de protocolo. Dicen autonomía o tutela. Decimos
agencia relacional y distribuida. Dicen ingeniería social.
Decimos pedagogía radical. Dicen detección temprana, terapia
genética, mejora de la especie. Decimos mutación molecular
anarcolibertaria. Dicen derechos humanos. Decimos
la tierra y todas las especies que la habitan tienen también
derechos. La materia tiene derechos. Dicen carne de caballo
en el menú. Decimos subámonos a los caballos y escapemos
del matadero global. Dicen que facebook es la nueva arquitectura
de lo social. Nosotros llamamos, con la Quimera
Rosa y Pechblenda, a un cyberakelarre de putones geeks.
Dicen que Monsanto nos dará de comer y que la energía
nuclear es la más barata. Decimos saca tu pezuña radiactiva de mis semillas. Dicen que el FMI y el Banco Mundial saben
más y toman mejores decisiones. Pero ¿cuántos transfeministas
seropositivos hay en el comité de dirección del FMI?
¿Cuántas trabajadoras sexuales migrantes pertenecen al cuadro
directivo del Banco Mundial?
Dicen píldora para prevenir el embarazo. Dicen clínica
reproductiva para convertirse en mamá y papá. Decimos
colectivización de fl uidos reproductivos y de úteros reproductores.
Dicen poder. Decimos potencia. Dicen integración.
Decimos proliferación de una multiplicidad de técnicas de
producción de subjetividad. Dicen copyright. Decimos código
abierto y programación estado beta: incompleta, imperfecta,
procesual, colectivamente construida, relacional. Dicen
hombre/mujer, blanco/negro, humano/animal, homosexual/
heterosexual, válido/inválido, sano/enfermo, loco/cuerdo,
judío/musulmán, Israel/Palestina. Decimos ya ves que tu
aparato de producción de verdad no funciona… ¿Cuántas
Galileas nos harán falta esta vez para aprender a ponerle un
nombre nuevo a las cosas?
Nos hacen la guerra económica a golpe de machete digital
neoliberal. Pero no vamos a ponernos a llorar por el fin
del Estado benefactor, porque el Estado benefactor también
tenía el monopolio del poder y de la violencia y venía acompañado
del hospital psiquiátrico, del centro de inserción de
discapacitados, de la cárcel, de la escuela patriarcal-colonialheterocentrada.
Llegó la hora de someter a Foucault a una
dieta tullido-queer y empezar a escribir La muerte de la
clínica. Llego la hora de invitar a Marx a un taller ecosexual.
No queremos ni velo ni prohibición de llevar velo: si el problema
es el pelo, nos lo raparemos. No vamos a entrar en el
juego del Estado disciplinario contra el mercado neoliberal.
Esos dos ya llegaron a un acuerdo: en la nueva Europa,
el mercado es la única razón gubernamental, el Estado se
convierte en un brazo punitivo cuya función se limitará a
recrear la ficción de la identidad nacional agitando la amenaza
de la inseguridad.
Necesitamos inventar nuevas metodologías de producción
del conocimiento y una nueva imaginación política
capaz de confrontar la lógica de la guerra, la razón heterocolonial
y la hegemonía del mercado como lugar de producción
del valor y de la verdad. No estamos hablando
simplemente de un cambio de régimen institucional, de un
desplazamiento de las élites políticas. Hablamos de la transformación
de «los dominios moleculares de la sensibilidad,
de la inteligencia, del deseo». Se trata de modificar la producción
de signos, la sintaxis, la subjectividad. Los modos
de producir y reproducir la vida. No estamos hablando solo
de una reforma de los Estados-Nación europeos. Estamos
hablando de descolonizar el mundo, de interrumpir el Capitalismo
Mundial Integrado. Estamos hablando de modifi car
la «terrapolítica» .
Somos los jacobinos negros y maricas, las bolleras rojas,
los desahuciados verdes, somos los trans sin papeles, los
animales de laboratorio y de los mataderos, los trabajadores
y trabajadoras informático-sexuales, putones diversos funcionales,
somos los sin tierra, los migrantes, los autistas, los
que sufrimos de déficit de atención, exceso de tirosina, falta
de serotonina, somos los que tenemos demasiada grasa, los
discapacitados, los viejos en situación precaria. Somos la
diáspora rabiosa. Somos los reproductores fracasados de la
tierra, los cuerpos imposibles de rentabilizar para la economía
del conocimiento.
No queremos defi nirnos ni como trabajadores cognitivos
ni como consumidores fármacopornográficos. No somos
Facebook, ni Shell, ni Nestle, ni Pfizer-Weyth. Tampoco
somos Renault o Peugeot.
No queremos producir francés,
ni español, ni catalán, ni tampoco producir europeo. No queremos producir. Somos la red viva descentralizada.
Rechazamos una ciudadanía definida a partir de nuestra
fuerza de producción o nuestra fuerza de reproducción. No
somos bio-operarios productores de óvulos, ni cavidades
gestantes, ni inseminadores espermáticos. Queremos una
ciudadanía total definida por la posibilidad de compartir técnicas,
códigos, fluidos, simientes, agua, saberes… Ellos dicen
que la nueva guerra limpia se hará con drones de combate.
Nosotros queremos hacer el amor con esos drones. Nuestra
insurrección es la paz, el afecto total. Ya sabemos que la paz
es menos sexy que la guerra, vende menos un poema que
una ráfaga de balas y una cabeza cortada pone más que una
cabeza parlante. Pero nuestra revolución es la de Soujourneth
Truth, la de Harriet Tubman, la de Jean Deroin, la de
Rosa Parks, la de Harvey Milk, la de Virginia Prince, la de
Jack Smith, la de Ocaña, la de Sylvia Rae Rivera, la del Combahee
River Collective, la de Pedro Lemebel. Hemos abandonado
la política de la muerte: somos un batallón sexo-semió-
tico, una guerrilla cognitiva, una armada de amantes. Terror
anal. Somos el futuro parlamento postporno, una nueva
internacional somatopolítica hecha de alianzas sintéticas y
no de vínculos identitarios. Dicen crisis. Decimos revolución"
Beatriz Preciado
Por cierto, voy a intentar cambiar ciertos "masculinos" gramaticales para indagar en los cambios de significado del imaginario colectivo que se pueden producir en mí. Queda discernir si al utilizar algunas veces el "femenino" gramatical, su referente ¿cuál es? La nueva postpornolengua.
18:20
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