¡Qué gusto volver a casa! Decidir que vuelvo como El Almendro, y no es Navidad. Pero qué gusto compartir cena con Iván, reírnos antes de ir a la cama, abrazarnos, hacerme muecas, carantoñas, un "no" con gestos y sonrisas y hasta una inflexión en la voz que me llena de vida y pasión por él.
¡Qué gusto sentir mi hogar, de nuevo! Sin mirar el reloj, sin estar pendiente de ningún ruido que disturbe esta paz.
¡Qué gusto, saberme y sentirme dueña de mí! entrando y saliendo, sin presiones, sin tristeza en la mirada, sin congoja en la voz, sin aire quebrado al respirar.
Todo un gusto este empoderamiento de ocupar y copar espacios y ánimos antes deteriorados, incluso perdidos.
¡Qué magnífica sensación! La belleza sublime del amor tocando mis dedos, rodeando mi cuello, y esa voz que dice mi nombre y suena a universo infinito.
¡Qué gusto! ¡qué satisfacción! ¡qué emoción! ... ¡cuánto te quiero!
y que gusto verte contenta
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