Dos veces en la misma semana. Como para no creer en las señales. La esencia de las señales es interpretarlas de manera particular y personal, sin duda. YO hago mi interpretación de las señales, y en ese sentido, veo señales casi por todas partes. Algunas más potentes que otras, quizás porque no me convenzan del todo, pero todas me ilustran. Así, esta semana ha estado cargada de señales. Señales que se me antojan totalmente intencionadas y cargadas de emotividad y satisfacción. Señales que me recuerdan cuánta suerte tengo.
Estos días han sido especiales, por decir algo. ¿Cuántas veces en la vida te reconocen, así, de frente, que tú le has cambiado la vida a alguien? La suerte nos la fabricamos, con nuestras decisiones, nuestras acciones, nuestras elecciones, nuestros pensamientos prioritarios, nuestra manera de estar en el mundo. Pero esto es una suerte dentro de la suerte, si puedo describirlo de esta manera. En la misma semana, con una diferencia de dos días, personas diferentes, en momentos diferentes, con edades diferentes, me han transmitido que yo les cambié la vida, a mejor, entiéndase. Haberme conocido. Lo que dije en algún momento. Quizá una palabra, quizá un gesto, quizá una energía compartida, quizá ... no sé. Está claro que basta un segundo para que te cambie la vida. Un sólo segundo de vida o muerte, un sólo segundo de felicidad o tristeza, un sólo segundo de éxito o fracaso, un sólo segundo de todo o nada. Para mí, esta semana no la olvidaré. Como aquella vez en Amman, cuando un niño de unos pocos años, quizá 6 o 7, con un audífono en sus orejas, se acercó a mí, sin hablar ni una sola palabra de inglés, por supuesto, y me dedicó una sonrisa enorme mientras me tocaba el brazo. Aquella experiencia me aportó un infinito, me iluminó todo el camino, me confirmó que esto que hago es lo que tengo que hacer.
Estos días han sido especiales, por decir algo. ¿Cuántas veces en la vida te reconocen, así, de frente, que tú le has cambiado la vida a alguien? La suerte nos la fabricamos, con nuestras decisiones, nuestras acciones, nuestras elecciones, nuestros pensamientos prioritarios, nuestra manera de estar en el mundo. Pero esto es una suerte dentro de la suerte, si puedo describirlo de esta manera. En la misma semana, con una diferencia de dos días, personas diferentes, en momentos diferentes, con edades diferentes, me han transmitido que yo les cambié la vida, a mejor, entiéndase. Haberme conocido. Lo que dije en algún momento. Quizá una palabra, quizá un gesto, quizá una energía compartida, quizá ... no sé. Está claro que basta un segundo para que te cambie la vida. Un sólo segundo de vida o muerte, un sólo segundo de felicidad o tristeza, un sólo segundo de éxito o fracaso, un sólo segundo de todo o nada. Para mí, esta semana no la olvidaré. Como aquella vez en Amman, cuando un niño de unos pocos años, quizá 6 o 7, con un audífono en sus orejas, se acercó a mí, sin hablar ni una sola palabra de inglés, por supuesto, y me dedicó una sonrisa enorme mientras me tocaba el brazo. Aquella experiencia me aportó un infinito, me iluminó todo el camino, me confirmó que esto que hago es lo que tengo que hacer.
El jueves, y ayer sábado, de nuevo, pero sin tener que irme a tierras extrañas, cual efecto Copenhague, el destino que me labro me plantó delante de mis narices todo el sentido de mi vida y sus frutos, que incluso en momentos de baja energía, siempre le sirve a alguien. En 2010 le cambié la vida a alguien cuando mi vida estaba totalmente vuelta del revés, como aquel 2007 en que la desmotivación me tenía presa y también le proporcioné a alguien la energía y motivación para ser valiente. Como en el verano de 2013, cuando estaba tocando bastante fondo, unas palabras susurradas al oído me dijeron que "muchas gracias por todo, porque en el fondo te debo lo que soy a ti". Qué paradójico, como poco. En todo este tiempo, sin que yo lo sepa, ¿cuántas vidas habré tocado? ¿Cuántas personas habré "marcado", como me dijo el jueves Miriam?
Simplemente me parece espectacular. Sigo mi camino, con más convicción que antes si cabe, con más motivación que antes si cabe. Cuánta satisfacción saber que mi vida no es para mí nada más, que está llena de sentido, no solamente para mí, que es útil. Con la de veces que me puedo sentir nada en la inmensidad del universo, estas personas me convencen de que soy punto de apoyo para cambiar el mundo. ¿Qué más se puede pedir?
11:53
Se puede pedir mas...sigue Ceci sigue porq está claro q lo estas haciendo bien.gracias niña.
ResponderEliminarGracias a ti ... que por cierto estoy esperando tu propuesta de ruta :D
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