Mágico

Cómo puedo empezar a describir el acontecimiento de mi vida hoy. Cómo puedo empezar a contar sin caer en una banalización del hecho. Al intentar ponerle palabras, me parece que no logro captar y transmitir la sensación infinita que acabo de tener, hace apenas nada. Cómo contar cuán mágica ha sido. En un instante, mágico instante, se completa el ciclo con un resultado que para mí es exultante. Paralizada en mi espacio, congelada en mi momento, sin palabras. Una chavala de 16 años, escasos, con una seriedad en la mirada, con una pose totalmente desafiante nada más entrar. Apenas un cruce de palabras, una confirmación de que su presencia allí era pura obligación impuesta de su madre, ante la que no voy a protestar directamente, pero voy a materializar en disconformidad patente en el hecho de estar. Al cabo de unos minutos, no sé cuántos, en un pleno arrebato de honestidad y deseo incontrolado de manifestar lo que después he comprendido que era satisfacción y felicidad, me dice, al preguntarle en qué instituto estudia, que en Sierra Bermeja. Yo sonrío y pongo cara de comprensión por parte de su actitud porque la manera en que trabajan en ese instituto me gusta. Inmediatamente, sin dejarme decir ni una palabra, me suelta:  "Yo te conozco a ti. Hace cuatro años viniste a mi instituto, a una charla... no sé ... y me preguntaste, directa que qué era un niño... " Se lleva, casi si pensarlo, la mano al pecho, fuerte y firme, apuntando directa al corazón y me dispara, junto con la mano: "Tú me marcaste mucho ... desde entonces hay un antes y un después". Su cara, su voz, su gesto sincero, satisfecho, orgulloso me dejan perpleja, lo admito, y sin respuesta, completamente desarmada y desnuda ante el regocijo de su apabullante manifestación que ebullía por compartir conmigo. 

Desde que nació Iván, hace exactamente 5 años, 8 meses y 1 día, no me había sucedido nada tan bonito y extraordinario. Pequeños seres que me cambian la vida, que le dan sentido a mi vida. ¡Qué grande son esos pequeños seres! No hace mucho tiempo logré expresar con palabras mi esencia, mi todo, mi utopía, mi sentir: una vida para mí no es suficiente, no me resulta plena. 

Hoy me ha parecido todo un lujo que esto sea mi trabajo, es más, esto sea un trabajo. Hoy me he sentido plena, emocionada, recompensada sin pedirlo ni sentir que tengo que serlo, recompensada. 

El martes, último día de mi Aula Matinal, me invadió una sensación también de plenitud y trabajo bien hecho. Tras un año, vaya año mío, con esas otras personillas, pude comprobar, desde mi autoevaluación y exigencia personal, que querer es poder. El último día de mi tiempo compartido con ellas y ellos, no había tristeza, no había quejas, no había una sensación de "por fin", tampoco de "jo, vaya, qué vamos a hacer ahora", sino más bien un ambiente relajado, de disfrute silente hasta el último segundo de la participación y el respeto de un grupo que está compuesto de tantas entidades diversas en el que todo cabe, hasta lo que más incomprensible parecía. Merece la pena, claro que merece la pena. La voluntad mueve montañas, llega hasta universos inhóspitos y los convierte en vergeles llenos de vida. La voluntad de saber dónde estás, quién eres, qué quieres y no cejar en el intento, no dar ninguna situación por perdida, por sabida, por asumida. 

Merece la pena, claro, vivir. Gracias por llenar mi vida, porque vuestra energía es la mía.

Don't take me soon cause I am here for reason ... one day, one day, one day.

23:12

personal, Reflexiones