A medio camino de ninguna parte, ¿la transexualidad es algo biológico o social? Cuanto más estoy sabiendo de los roles, de las expectativas, de los privilegios y rechazos, de los patrones a cincel y martillo en nuestros cerebros, más convencida estoy de que sí es algo aprendido. Es curioso que las personas trans mujeres tienen "menos problemas" (lo pongo entrecomillado porque la magnitud de cada problema personal no tiene paragón, comparación ni equiparación alguna de persona a persona) que las personas trans hombres. Por la calle, ante patrones masculinos visualmente dominantes, no llama la atención una barba, una estatura pequeña, según la media nacional, una cara llena de granos y una voz un tanto menos aguda. Por la calle, una estatura fuera de la media nacional para las "mujeres", unos rastros de voz aún grave, unos mentones más prominentes y un maquillaje intentando ocultar restos de vello corporal en el rostro, son, como poco, muy visibles. Aquí, como en tantas otras esferas de la sociedad, la "mujer" versus el "hombre", la masculinidad versus la feminidad confirma y reafirma que existe un patrón débil, más juzgado, más exigente con el cumplimiento de las normas no escritas, más acuciante y cortante con quienes, curiosa e irónicamente, dedican su vida a intentar estar dentro de esa norma, porque antes se sentían completamente fuera, y algunas personas las vuelven a sacar de este otro espacio. ¡Qué compleja situación! ¿Será que "mujer" sigue estando en otro peldaño de no sé qué escalera social?
A veces intento imaginarme ese momento utópico en que los roles de género han cambiado tanto que ya no existen solamente dos géneros, lo cual sería todo un avance, sino mucho más, tantos que habría que inventar nuevas palabras para designarlos (¿tiene la RAE algo que ver en esa resistencia a cambiar lo establecido porque lo tiene perfectamente etiquetado y definido? ¿Quién aceptaría, crearía los términos nuevos para esos roles de género aún no inventados? ¿ el grupo en cuestión? ¿sus excelencias de la lengua, académicos y alguna que otra académica? ¿las leyes nacionales? ¿las leyes supranacionales? ¿las escuelas?). Tamaña empresa se me antoja lo suficientemente problemática en terminología, en acuerdos de especialistas de la lengua para designar el conjunto de fonemas y reglas gramaticales más "correcto" para definir cada espectro, como para imaginar siquiera que es posible. Menos mal que, curiosa paradoja para el academicismo, el devenir diario de la sociedad y sus acontecimientos siempre van unos cuantos pasos por delante de la norma lingüística, y es capaz de generar y aceptar esos cambios de reglas consuetudinarias que darán lugar a reglas escritas, registradas, correctas, aceptadas, normalizadas o no, y hasta legales de respeto y consenso de las relaciones sociopolíticas entre personas. Si no caigo en demagogias ni falacias, la manera de hablar no debe regular nuestros comportamientos, porque están por encima de cualquier definición, y las resistencias a registrar lingüísticamente los comportamientos sociales responde a otros criterios más allá de los puramente teóricos de la evolución de la lengua, para insertarse en el denominado ámbito de poder. Es entonces, llegada a este punto, cuando me pregunto, ¿estás dispuesta, estás dispuesto a renunciar a tus privilegios en pro del reparto de privilegios?
ARTÍCULO DE PIKARA de donde he sacado la reflexión
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