Abrir la puerta, con el giro de la llave,
El escalofrío recorre cada milímetro de mi piel,
Destroza la capacidad de reacción a mínimos infinitos,
Desborda el miedo encerrado en el estómago y la mente.
Abrir la puerta, con el giro de la llave,
Se paraliza la vida, deja de fluir el aire por los pulmones
Como llenos de alquitrán tras una vida de humos.
Abrir la puerta, parálisis total, aterrada en la cama
Oyendo los pasos que se aproximan, sin pausa,
Hacia la puerta que me esconde.
Tiembla el cuerpo, agota la sensatez,
Si hubo alguna vez un atisbo de ella
Por estos muros que nos cobijan.
Pido, a voces mudas, que no se acerque,
Que no llame, otra vez, a mi puerta, cerrada
Que me protege ilusamente del monstruo.
¡Qué ingenua!
Los segundos parecen horas, días,
meses que no pasan,
con tal de que ni siquiera quiera saber
cómo estoy.
Porque no estoy, no soy,
Me he consumido en este terror,
Carcomida por el miedo de lo que pueda suceder
Aterrada por no encontrar el final.
Anulada y acobardada por no saber parar
La historia que se repite una vez más.
Llama finalmente a la puerta,
Es entonces cuando más temo al tiempo
Es entonces cuando más hundida estoy
Es entonces cuando más muerta me siento
En este momento que no acaba.
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