"La característica de lo que llamamos locura es la soledad, pero una soledad monumental", aún rodeada de personas, de las que por cierto, quieres desprenderte y estar realmente sola, se trata de una sensación intangible e inexplicable de que nadie, nadie absolutamente, puede entenderte. Esa es la soledad del dolor psíquico. Completamente sola. En un abismo oscuro, doloroso, mentalmente artrítico por doquier, sin que nadie pueda arrojar un mínimo de luz, una gota de brillo al que agarrarte.
Me ha resultado muy curioso y conmovedor encontrar la descripción del duelo como una enfermedad de la que hay que curarse, es decir, una situación anómala de la que hay que salir. Esto me ha llevado a la idea, que me ronda desde hace tiempo, de que no nos educan ni nos enseñan para la pérdida. De cualquier tipo. Perder, pero no perder una carrera, porque hay carreras que parece no tener importancia, y de hecho no la tienen. Otras, sin embargo, se muestran ante nosotras como una maratón infinita, de resistencia total, y para la que no estamos preparadas. Al igual que las carreras de velocidad. Aún sin empezar y ya han acabado. Fugaces, pero intensas y agotadoras como la que más. Tampoco estamos preparadas. Tampoco estamos listas para asumir la pérdida definitiva. Rosa Montero menciona "siempre", "para siempre", como una herramienta temporal difícil de acotar. ¿Qué decir "definitiva"? ¿Sin vuelta atrás? ¿Sin posibilidad de acción sobre nada más? Definitiva se me antoja sinónima de "para siempre", nunca jamás, no more... tadelo. En cualquiera de los casos, acabo en una palabra que me acongoja más y de la que penden las anteriores: impotencia. La pesadumbre que oscurece cualquier pasión es la sensación de que "para siempre" será definitiva la interacción que provoca la pérdida. Eso, hay que enseñarlo. Como bien dice Rosa, la muerte forma parte de la vida o la vida forma parte de la muerte. Si la medimos en unidades temporales, ¿cuál es más larga? ¿cuál dura más? Si la medimos en unidades espaciales, ¿cuál es más larga? ¿cuál abarca más? Einstein decía que el tiempo y el espacio son curvos, y nuestra manera de percibirlos es lineal, es decir, como absolutas y no como relativas. Claro, esa imposibilidad de captar todo un tiempo y esa subjetiva y relativa percepción del tiempo y el espacio, como si fueran de la mano, de una única mano. La nuestra. Se complica aún más la simpleza de los fenómenos que percibimos. Definitivo, para siempre, siempre ... Hasta que definitivamente dejas de contar los suspiros.
El verdadero dolor es inefable, nos deja sordas y mudas. Durante mucho tiempo fui incapaz de sacar nada de mí, ni una frase bien construida, con sentido. Palabras inconexas, sentimientos silenciados, escondidos, ocultados. Toda una montaña de dolor sosteniéndome, pero sin percibirse, imagino, desde fuera. ¿O tal vez sí? En el momento en que se produjo el desbloqueo mental que me tenía presa, cuando la noche aquella del 14 de octubre recurrí a la tan útil para mí escritura automática y conseguí verter sobre el teclado todo el dolor, el miedo, el sufrimiento, la impotencia que me estaba consumiendo a marchas forzadas y a pasos gigantescos, logré por fin extraer toda la podredumbre de mi interior, ponerle palabras, nombrarlas con sentido, inteligibles, y comenzar esa catarsis mágica del equilibrio interior que se manifiesta, automáticamente, en el brillo exterior de una mirada, una sonrisa relajada y completa, un resplandor en la piel y una imagen al otro lado del espejo a la que reconocía y daba la bienvenida, de nuevo, como quien recibe a esa amiga lejana en la distancia, que no en el sentimiento, con quien tras mucho tiempo de ausencia, te fundes en un gran abrazo mágico de energías y felicidad total. La escritura catártica, para nombrar con palabras lo que parece innombrable. Por eso escribo yo también, porque me ayuda a comprender y comprenderme, a encontrar y encontrarme, a sanar, a crecer, a vivir y vivirme en armonía, incluso en momentos de caótica emoción descontrolada. Proyección del alma, del corazón, el intelecto, según se prefiera, en los escritos, en cada línea y frase donde reconocerme.
#Casualidad #Coincidencia
23:28
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